En la frontera sur de México y el recorrido que hacen por el país los migrantes, se enfrentan a las consecuencias de una ley no escrita que involucra autoridades locales y federales, delincuencia organizada, a su paso por algunos poblados del sur de México los migrantes son víctimas de robos, agresiones sexuales, violencia física y otro tipo de delitos por parte de habitantes de los estados colindantes con Guatemala.
De Honduras provienen la mayoría de los migrantes de origen centroamericano, seguido por El Salvador y Guatemala. La mayoría de los delitos cometidos son contra migrantes de nacionalidad hondureña. El 44% de las agresiones a migrantes se realizan en Chiapas; le sigue Veracruz 19% y Oaxaca 11%. Tamaulipas y el Distrito Federal son las entidades con mayores casos de secuestro de migrantes.
La relevancia del crimen organizado como principal agresor radica en que las rutas de tráfico de droga y las rutas de trayecto que utilizan los migrantes indocumentados han coincidido. En 2014, hubo, al menos, 697 migrantes secuestrados. En mayo de este año, autoridades mexicanas rescataron a 103 migrantes que habían sido secuestradas por un grupo delictivo en el Estado de México.
Los niños y las mujeres son el grupo más débil. Están expuestos tanto a trata como a ser reclutados por el crimen organizado. En 2014 el número de menores que cruzaron solos la frontera entre México y Estados Unidos fueron alrededor de 68,000. El junio pasado, el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños calificó de “preocupante” que no se criminalice en México el reclutamiento de menores por parte del crimen organizado.
El inmigrante promedio es centroamericano, tiene entre 15 y 29 años y su principal razón para cruzar a Estados Unidos es el trabajo y la violencia que viven en sus países. No es posible saber cuántos seres humanos cruzan esta frontera, y el número de migrantes que mueren todos los días es un dato que quizás nadie nunca sabrá.